jueves, 21 de julio de 2016

Una mirada introspectiva de la locura


Una mirada introspectiva de la locura 










Todo comienza en las hornallas intestinas de una mañana común a todas. Si era invierno o primavera no importa, lo importante es la sensación. Y esa es una constante. La pulsión de mierda, así lo debiera llamar el psicoanálisis, porque es tal la fuerza que brota endógena e indómita.  Deshechos intolerantes de sociedad.

-Si son o no, desperdicios procesados por mi entelequia atrofiada, no lo sé- me lo recalco todo el tiempo.

Esta constancia de ser un desalineado la llevo siempre en mi bolsillo, 

¡o que me chupe la existencia y me devore las fuerzas de producción, si no desvarío todo el tiempo, si no salgo y compro la oferta en el almacén!.

Lo hago por impulso o por la sensación de estar viviendo enérgicamente una vida plena. Busco la vida en lo común de estas locuras. Como el día que pagué la última cuota de un par de zapatillas, y alcancé un goce interno, paz interior, o iluminación.

Me siento realizado. No necesito nada en el mundo más que mi televisión de cuarenta y cinco pulgadas, pantalla cóncava de alta definición. Allí me observo, cada día ruinoso, en las crónicas matutinas. Pienso en la miserable existencia de los excluidos, y me regocijo con las imágenes, pues valoro lo que tengo.

Tengo una vida, un sofá cama, un lavarropas, un colchón sucio con sueños de grandeza, una cocina olvidada, y un placar lleno de moda. Todo lo compré, todo lo gané, todo como un amalgama de plácer. Comprar es lo más sano, mi medicina diaria. Es por eso, que compro y compro, en especial moda. Lo viejo no lo reciclo, y mi personalidad se renueva cada vez que visito la ciudad.

Hoy me visto con la ropa de un tiempo que me representa, el ahora de la vidriera de esta tienda que me ilumina. Siento empatía con unos jeans, que me abrazan con miradas lastimosas, y en mi pecho invade el desamparo. El contacto directo con la belleza, me estrangula de ansiedad.

Entonces pienso, Soy un ser desahuciado, eyectado sobre la calle. Necesito un abrazo de comprador. Por eso me impuse una rigurosa moral altruista, porque tengo respeto por los diseñadores, y es mi deber asistirlos, ayudar con sus labores de sastre a gran escala.

Nuevamente, la dicha con alta costura cubre mi cuerpo. Me incinero en azufre como Pompeya, y vuelo febrilmente, extasiado por la intensidad de mi día.

Mi corazón desacelera, al instante, y vuelvo a experimentar la pulsión de mierda, la ansiedad. Hay tantos locales como estados de animo. Ahora me siento triste, necesito revisar el costo de venta de algún animal. Necesito una mascota, un objeto viviente que me transmita humanidad.

Encuentro una tienda, y observo un pequeño caniche, ruidoso, blanco y hermoso. Pequeño estampado de ironías. El pobre piensa que asusta con sus alaridos, es vergonzoso. Me da ternura. Es un reflejo de mi subjetividad que está ladrando, sufriendo de vergüenza.

Pienso, de donde proviene esta sensación de vergüenza. Ahora, recuerdo, tengo que pagar el curso de ayuda espiritual. No tengo dinero, eso me angustia.

Necesito un viaje y un crédito, para liberar mis cadenas. Ay mis intestinas ambiciones:






Me gustaría trabajar más para tener más felicidad.


Me arde el colón y los intestinos.

No puedo dormir, no puedo comer, no puedo existir.


Necesito bajarme no puedo seguir el ritmo de este colectivo.

Para cuando el amor eterno y las fiestas navideñas, los budines, la comida en familia.

Necesito un baño

                                            Necesito una hamburguesas, una gaseosa y un helado                                      

  no puedo respirar, se me agita el pecho,  me duele existir; ¿que es eso?, ¿que me pasa?, ¿por qué a mí?, ¿para que estoy si no sirvo para nada?. 

Me calmo




Que linda tienda, voy a comprar un revolver o un cuchillo.

SON ELLOS O YO.



Daniel Burkett.









lunes, 11 de abril de 2016

níspero II





Níspero desterrado 





El cadáver literario  de un siglo muerto
Traza sobre mi cuerpo caminos insondables;
En este barullo indeterminado
Soy un cuerpo de ideas, de monte y yerbatales.

Sé que soy un Níspero-desterrado,
Hijo guacho de la industrialización,
Huérfano de selva y leyendas,
Me han quitado la emoción:

De vivir de la roja tierra.


D. Burkett








martes, 5 de enero de 2016

Nísperisiendo




nísperisiendo   










“Como no se pierde tiempo ni se lo gana, porque somos parte de él, no existe escape posible”.

Eso escribí, algún tiempo atrás, para sentir que la tortura me la pueden infligir mis pensamientos y no ese mundo de signos que me rodea. Pese a estas caricias, que me consuelan por un momento, nada es mío, ni siquiera mi lengua.
Es posible que ese tiempo que soy, forme parte de un gran árbol de níspero porque siempre acudí a él sobre cuestiones espirituales. Sea que el mundo y su gloriosa turbulencia estén bajo el amparo de un eterno níspero barrial, yo estoy-siendo-níspero-en-el-tiempo.

Y quizás el níspero no cayera desamparado porque su propia voluntad lo renueva.
¡Ay si pudieras nutrirte de aquél árbol de la vida, 
serías pueblo, serías vida!

Y en cada cuadra, dibujada desde el cielo, los nísperos seducen con sus miradas de niñx, de jóven, de adulto y anciano. Aquellos árboles de lejana procedencia, nos han unido, en una constante de miradas y encuentros bajo el cielo grisáceo de este momento.
Hoy pienso, ¿que serían las primaveras sin sus frutos soleados, sin los llamados que nutren el espacio que habitamos? Mañanas, tardes, noches, todas ellas se componen de pedidos. Pedidos que son remitidos al patio donde posa el frutal.

“Tarde-noche te cantamos,
Somos el pueblo y te adoramos
Níspero mío tarde o temprano
Serás mi canto
Canto anhelado”

Este cantar conoce bien los deseos en mi sentir. No estoy sólo en este proyecto tirado de las ramas. Hay muchos que están agarrados. Otros tantos que en la copa beben del sol. Otros muchos desperdigados, eyectados, sobre el suelo diurno. En resumidas cuentas, escribí sobre la caída de un ser barrio-níspero, junto con éste el devenir de un yo-níspero.  
Pese a ello soy parte del todo hundido, un todo-níspero, un todo-barrio, siendo parte del tiempo.


“Como no se pierde el níspero ni se lo gana, porque somos parte de él, no existe escape posible”. 


D. Burkett











martes, 30 de junio de 2015

allá yo




allá yo/ acá vos







Desprenderte invierno mio/
observarte en mi,
ciego de vos/
proyección del dolor.



Pensarte/ sin representación/
pintarte en
cuadros vacíos/ de imágenes
que son vos.



Viajar / mi luna/
habitar la intemperie/
ponderar la liberación/
sublevación/ amor.



Corro hacía mi/
encontrándome en vos/
desnudo en el alba/
apariencias de sol.



Allí recuerdo soy/
aquí habito hoy/
presencia/ entidad/
partículas del yo.



Fragmentos de inviernos/
ser de las cosas que habito/
llamado del viento/
presente soy.



oscurecer la mirada/
sentirte aquí dentro/
observarte sin atavismo/
renovando el encuentro.



Sujetar lo de adentro/
anterioridad acrítica/
actuación/ renovación/
allá yo/ acá vos.


Daniel, Burkett











viernes, 26 de junio de 2015

Sentir


Sentir



Sentimientos abundantes,
en el pecho, un cometa,
que extienden su meta,
a causas pendientes.

Dependientes del alma,
de la voz que enuncia,
que a tiempo renuncia,
al legado del karma.

Sumando confianza,
participa de la historia,
por antonomasia, la gloria,
se percibe extensa.

Anónima espera
en tiempos de aquelarre,
libertad bajo amarre,
cercana a la hoguera.

Conjuro mío,
epopeya interna,
revuelta que consterna
la apacible Clío.



Daniel Burkett





sábado, 16 de mayo de 2015

Ella

ELLA 








Ella sola, causalidad, en la avenida 7. Integraba a su corporeidad nebulosa, el hormiguero citadino. Siendo en parte fragmentos de un tiempo discontinuo, paseando diagonalmente, sin lamento en las palabras.
De inviernos, huellas quedaron, en sus veredas, coloreadas de azares y lunas de seda. Detrás de si, delante de si, en una toma cinematográfica inacabada, serafines uniformados, luces de comercios, pancartas y desamores.
La paridad, siendo, dos sintiéndose, en la atmósfera de la ciudad. Escombros de historias, sitios para reconstruirse, levantarse, dominarse, hacer con ello lo que nadie hizo con lo nuestro. Emergidos entre  signos de preguntas de las personas encerradas sin ventanas ni balcón.
Así, moviendo lo inmóvil, se nace, impensadamente, en el cuerpo del sur. Levantada, en posición erguida mirando el horizonte interior, ella dispone su sentir andando hacia mi sublevado estar.